En 1982, Citroën acababa de abandonar su sede histórica del Quai de Javel de París para trasladarse a las afueras de la ciudad, en la exclusiva localidad de Neuilly-Sur-Seine. La marca en ese entonces buscaba crear una alternativa rompedora en lo estético, que lograra conectar con las necesidades y los gustos de las personas y que mantuviera las señas de identidad de su identidad: prestaciones, confort y excelente comportamiento en carretera. Todo esto con el fin de sustituir al Citroën GSA .\r\n\r\nEn vísperas del Salón del Automóvil de París de aquel año, la marca apostó por ofrecer un gran espectáculo para dar a conocer así este nuevo modelo y hacerlo destacar entre la legión de novedades que se presentaron en aquella edición; y nada mejor que un lugar icónico para presentar un vehículo destinado a marcar una época: la Torre Eiffel.\r\n\r\nUna gran caja de madera quedó suspendida de primer piso de la Torre Eiffel el 16 de septiembre de 1982. En ella sólo se anunciaba que dentro se encontraba “el nuevo Citroën”. Para provocar aún más expectación, la caja misteriosa descendía unos pocos metros cada día. Finalmente, justo una semana después, se citó a la prensa al pie del monumento para el gran día. El entonces Presidente de Citroën, Jacques Lombard, fue el encargado de desvelar el automóvil que tanto se había hecho esperar: el Citroën BX.\r\n\r\n\r\n\r\nSus líneas rectas y muy angulosas, fruto del diseño futurista y dinámico del diseñador de Bertone Marcello Gandini, autor de varios deportivos italianos míticos de los años 70, llamaron la atención de inmediato. Una colaboración y una estética que continuaron hasta los años 90, con los Citroën AX, ZX y XM como modelos destacados.\r\n\r\nAl volante, el Citroën BX representó uno de los vehículos más confortables y prestacionales de su época. Su suspensión hidroneumática garantizaba un comportamiento en carretera sin rival, mientras que su amplia gama de acabados y motores le permitieron llegar a un público diverso.\r\n\r\nEn 1988 entró aún más en la leyenda con su versión GTi, equipada de un motor de 16 válvulas, capaz de desarrollar 160 CV DIN y de alcanzar una velocidad punta de 218 Km/h. Este fue también el año en el que, en España, el Cuerpo Nacional de Policía eligió al Citroën BX como vehículo Z, un estatus que mantuvo durante una década y que le hizo ser un elemento habitual de las calles de nuestras ciudades desde finales de los 80 y durante todos los años 90. Un icono de nuestro pasado reciente del que se fabricaron 222.325 unidades en el Centro de Producción de Vigo, entre 1983 y 1992.