La moto ha emergido como un medio de transporte en auge, impulsado por su eficiencia y accesibilidad en entornos urbanos y rurales. Sin embargo, esta creciente popularidad trae consigo una preocupación crítica: la mortalidad de los motoristas, que sigue siendo inaceptablemente alta en todo el mundo. Esta alarmante situación ha motivado a expertos de diversas partes del mundo a buscar soluciones que reduzcan los accidentes y las muertes sobre dos ruedas. La reciente I Conferencia Internacional de Seguridad Vial de la Moto, celebrada en Zaragoza, marcó un paso importante hacia la consecución del ambicioso objetivo de lograr cero víctimas mortales en las carreteras para 2050.
Un panorama preocupante
En la última década, Europa ha registrado la muerte de 45,000 motoristas, de los cuales el 90% eran hombres. Estos datos subrayan la urgencia de abordar la seguridad de los motoristas, no solo como una cuestión de movilidad, sino como una prioridad de salud pública. La meta intermedia es reducir a la mitad las muertes en carretera para 2030, un desafío que requiere un enfoque integral que involucre a todos los sectores implicados.
Enfoque multidimensional para la seguridad vial
La I Conferencia Internacional sobre Seguridad Vial de la Moto, promovida por ANESDOR, la DGT y organizada por Mobility City, puso de manifiesto la necesidad de situar a la motocicleta en el centro de un sistema seguro de seguridad vial. Este enfoque no solo incluye políticas de movilidad, sino que también exige avances tecnológicos en la fabricación de vehículos, mejoras en la infraestructura vial, y una mayor eficacia en la respuesta a los siniestros.
Las medidas propuestas abarcan desde la obligatoriedad del casco y el uso de tecnologías avanzadas como los frenos ABS y CBS, hasta la construcción de carreteras que tengan en cuenta las necesidades específicas de las motos. Estas iniciativas están respaldadas por organizaciones como la OMS y el Foro Internacional de Transporte (ITF), que abogan por una gestión inteligente del espacio urbano y una rigurosa formación de los conductores.
Desafíos y respuestas globales
A nivel mundial, la implementación de estas medidas es desigual. Por ejemplo, solo 49 países han legislado la obligatoriedad del casco, según Veronique Rondeau del Fondo de Naciones Unidas para la Seguridad Vial. Esta disparidad legislativa pone en riesgo a los motoristas, especialmente en regiones donde las carreteras no cumplen con los estándares mínimos de seguridad para motos. Edwin Bastiaensen, de la Asociación Internacional de Fabricantes de Motocicletas (IMMA), subrayó la necesidad de revertir esta realidad, destacando que los motoristas representan el 21% de las muertes en siniestros viales en todo el mundo.
En Europa, la UE ha adoptado un enfoque proactivo a través de su Paquete de Seguridad Vial, que incluye modificaciones en las licencias de conducción y refuerza el cumplimiento de las normas de tráfico. Estas medidas son esenciales para formar conductores más seguros y reducir los comportamientos de riesgo que contribuyen a los accidentes.
Innovaciones en equipamiento y tecnología
La protección del motorista ha visto avances significativos, como la introducción de los chalecos airbags, que ofrecen una prometedora mejora en la protección pasiva. Raúl Aranda, de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, explicó cómo esta innovación podría reducir las lesiones torácicas, presentes en más del 50% de los motoristas fallecidos. Sin embargo, subrayó la necesidad de seguir evolucionando esta tecnología para asegurar una mayor protección, especialmente a altas velocidades.
Otro aspecto crucial es la seguridad de las infraestructuras y vehículos. El diseño de carreteras y la tecnología en los vehículos deben adaptarse para evitar los accidentes, dado que más del 50% de los siniestros son causados por choques con otros vehículos. Las tecnologías de asistencia a la conducción (ADAS para coches y ARAS para motos) y los sistemas colaborativos de información para el transporte (C-ITS) juegan un papel fundamental en la prevención de estos accidentes al ayudar a que los conductores «vean» lo que de otro modo podrían pasar por alto.
La moto como herramienta vital
Mientras en Europa la moto se asocia a una movilidad más sostenible y a un estilo de vida, en otras regiones del mundo, como el sudeste asiático o Sudamérica, es una herramienta vital para la vida diaria. En estos lugares, la moto no solo es un medio de transporte, sino también una herramienta de trabajo indispensable.
La experiencia de Vietnam, con 74 millones de motocicletas y ciclomotores, demuestra que es posible reducir la siniestralidad con políticas adecuadas. Entre 2010 y 2021, el país logró reducir un 43% las muertes de motoristas gracias a medidas como la distribución gratuita de cascos y la segregación del tráfico.
En Sudamérica, países como Colombia han adoptado enfoques pedagógicos y normativos para controlar el aumento de la mortalidad entre motoristas. A pesar de un aumento del 302% en el número de motocicletas desde 2011, las muertes de motoristas han crecido a un ritmo mucho menor, gracias a la implementación de normativas como el uso obligatorio de cascos homologados y frenos ABS.
Conclusión
La seguridad vial de las motos es un problema complejo que requiere soluciones multifacéticas y una cooperación global. La conferencia de Zaragoza dejó claro que, para alcanzar la ambiciosa meta de cero víctimas mortales, todos los actores involucrados, desde los gobiernos hasta los fabricantes, deben trabajar juntos para implementar políticas y tecnologías que protejan a los motoristas y garanticen una movilidad segura para todos. Como subrayó el ministro del Interior de España, Fernando Grande-Marlaska, «Las víctimas nos recuerdan que tenemos una responsabilidad ética y compartida para conseguir una movilidad segura sin muertos ni lesionados graves».
Fuente: DGT