El motociclismo adaptado vive un momento histórico con la creación de la Handy Riders School, una innovadora escuela dedicada a formar y apoyar a pilotos con discapacidades físicas. Este proyecto, impulsado por el cinco veces campeón de España en el campeonato nacional Handy ESBK, Antonio Montoya, tiene como objetivo abrir las puertas del motociclismo a personas con limitaciones físicas, promoviendo la inclusión y el desarrollo de nuevos talentos en este deporte.
Un campeón comprometido con el futuro
Antonio Montoya, vecino de Burriana y figura destacada del motociclismo adaptado, ha cerrado una temporada excepcional, coronándose campeón de España por quinta vez consecutiva y campeón europeo en la categoría de 600cc del Campeonato Europeo Handy. Tras este éxito, Montoya y su esposa decidieron canalizar su experiencia en un ambicioso proyecto: la Handy Riders School.
Con el apoyo del circuito de Aspar y la Federación Valenciana de Motociclismo, la escuela busca derribar barreras y demostrar que las discapacidades físicas no son un impedimento para disfrutar y competir en el mundo del motor.
Formación adaptada e inclusión
La Handy Riders School ofrece cursos personalizados para personas con amputaciones, lesiones medulares y otras discapacidades físicas. Las motos están especialmente equipadas con dispositivos que facilitan la conducción, y los alumnos reciben formación personalizada de monitores y pilotos adaptados, como Alex Carrato, Juan Manuel Ortiz y José Calderón.
Montoya destaca que la escuela no solo enseña a conducir motos, sino que también sirve como un espacio para inspirar confianza y superar límites: “Queremos que los alumnos vean que pueden lograrlo y que las limitaciones no los definen”, afirma.
Primeros pasos en la pista
El 22 de septiembre se celebró el primer curso de iniciación, donde alumnos como Alex Pardo, con lesión medular, y Álvaro Torres, un joven con parálisis cerebral, tuvieron su primera experiencia al mando de una moto adaptada. Durante el día, los participantes progresaron hasta manejar las motos de forma independiente, culminando con la entrega de diplomas que reconocían sus logros.
El 16 de diciembre se realizó un segundo curso, centrado en la tecnificación. Los alumnos perfeccionaron habilidades en pista, mostrando una notable evolución y enfrentando el desafío con entusiasmo. Algunos incluso utilizaron sus propias motos adaptadas, marcando un nuevo hito en su camino como pilotos.
Un proyecto transformador
La Handy Riders School es más que una escuela de conducción; es un movimiento para romper barreras y demostrar que el motociclismo es un deporte inclusivo. Con cada curso, Montoya y su equipo trabajan para cambiar el concepto de las limitaciones y abrir nuevas oportunidades para quienes sueñan con la velocidad y la libertad sobre dos ruedas.
«Cuando los alumnos salen a la pista, sus caras lo dicen todo. No piensan en sus limitaciones; solo piensan en ser pilotos», concluye Montoya, orgulloso de liderar un proyecto que demuestra que el deporte es para todos.
Imágenes de Handy Riders School