La expansión de la tecnología ha modificado nuestros hábitos. Prácticamente, todos recurrimos a intenet para informarnos, para consultar localizaciones, averiguar precios o relacionarnos. También ha influido en nuestra forma de viajar: todavía existen los mapas impresos en papel, pero el GPS vive un momento dulce y… tiene lógica que así sea.
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Al margen de si dependemos demasiado o no de las nuevas tecnologías –no nos toca a nosotros postularnos al respecto-, éstas nos ofrecen tanta información que, como motoristas, conductores y usuarios de las vías públicas, recurrimos constantemente a nuestros teléfonos, tablets y ordenadores para, sencillamente, saber. En el marco de esa tendencia, es cada vez mayor el número de sistemas que los conductores emplean para intercambiar información: aplicaciones que hacen más sencillo encontrar un estacionamiento en una gran ciudad, páginas web –de la administración o de empresas privadas- que nos informan en tiempo real del estado del tráfico y… de un tiempo a esta parte, grupos de Whatsapp o de Telegram creados para lanzar avisos sobre la localización de radares, controles de alcoholemia y de drogas de la Guardia Civil de Tráfico o de la policía local; también aplicaciones.
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Captura de pantalla de una aplicación que permite intercambiar alertas.
Dediquemos unas líneas a SocialDrive, una app gratuita destinada al intercambio de información entre conductores. Los usuarios de las vías, una vez instalado el programa en sus dispositivos móviles, pueden notificar al resto la existencia de radares, controles de la DGT, helicópteros e incidencias que ocurren en las carreteras casi a golpe de clic, incluyendo la localización. Enviado el aviso, es revisado por la propia aplicación y, una vez colgado, puede ser ratificado por otros usuarios: un simple toque en una pantalla táctil sirve para manifestar algo así como “es cierto, acabo de pasar y lo verifico”.
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¿Existe un afán recaudatorio detrás de los radares y controles que la DGT y las policías locales gestionan? El debate siempre ha estado servido. Pero, ¿hasta qué punto alguien que ha consumido drogas o alcohol debe ser avisado de la existencia de controles en un punto determinado de la carretera? ¿En qué medida colaboramos unos y otros si ayudamos a alguien que no está en condiciones de conducir a que opte por otro camino al previsto inicialmente para no ser sancionado? No siempre nos ayudamos, aunque a veces creamos que así es. Piensa que quizás mañana puedes ser tú quien tenga la mala suerte de ser arrollado por una persona que no debió meter la llave en el contacto, que debió pedir un taxi o pasar la noche en casa de un amigo. Avisa de una retención, avisa si encuentras aceite en la carretera o si un vial está cortado. Pero preserva tu vida y la del resto. ¡Siempre!
