El 2022 terminó con 1.145 fallecidos en las vías interurbanas del país, 44 más que en 2019, el año de referencia. Se trata de un balance provisional, ya que sólo se han contabilizado los muertos habidos durante las primeras 24 horas tras producirse el siniestro.
El número de heridos graves fue de 4.008; o sea, 425 menos. El aumento del 4% en la mortalidad y el descenso del 10% en la cantidad de heridos graves se producen en un contexto de recuperación de la movilidad. En el año recién concluido hubo 439,8 millones de desplazamientos de largo recorrido por carretera, un 3% más que en 2019.
El 73% de las personas que perdieron la vida en una vía interurbana lo hicieron en una carretera convencional. A destacar también que uno de cada cuatro fallecidos en turismo o furgoneta no llevaban puesto el cinturón de seguridad. Para CNAE estos números demuestran que no estamos ganando la batalla contra la siniestralidad vial grave y propone como estrategia fundamental una mejora sensible en la formación de los conductores.
«Lo hemos dicho hasta la saciedad –explica Enrique Lorca–: hay que preparar a los aspirantes al permiso de tal modo que aumente, con carácter general, su concienciación sobre los factores de riesgo. Que el 25% de los muertos en turismo o furgoneta no llevasen el cinturón de seguridad es algo que se repite año tras año y no por el desconocimiento de la norma, sino por una ausencia total o parcial de la percepción del riesgo. Ahora bien, la ley de Tráfico posibilita la creación de unos módulos de concienciación que la DGT debería incorporar a la enseñanza de la conducción sin perder un solo instante.
»Así mismo, es necesario saber circular con seguridad por las vías más peligrosas, que son las carreteras convencionales. Especialmente la maniobra del adelantamiento requiere, además de destreza, una claridad de juicio que permita al conductor tomar la decisión correcta. Pero, en muchos sitios, los alumnos no circulan por una vía secundaria hasta que no obtienen el permiso, porque no se lo piden en el examen para sacárselo. Tráfico debería exigir un número mínimo de kilómetros de circulación por este tipo de vía, y CNAE ha propuesto diversas fórmulas para subsanar la mencionada carencia allí donde la prueba práctica no puede materialmente transcurrir por una carretera secundaria».
La Confederación cree también que el extraordinario incremento de la mortalidad vial en la franja de edad de 55 a 64 años (subió nada menos que un 23%) vuelve a plantear el tema de qué hacer para mejorar la seguridad de los conductores veteranos. «La respuesta –señala Lorca– es invertir en formación; sería la medida más barata y eficaz».